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HISTORIA

   Desde tiempos antiguos, el pistacho ha sido considerado una especie muy valorada, una delicadeza de características finas, típicamente disfrutado en los círculos más selectos y en las ocasiones más especiales en las tierras santas del medio oriente.  Se dice que, en noches iluminadas por la luna, se reunían bajo los árboles amantes para compartir el crujir de la partida de los pistachos, el que representaba la promesa de buena fortuna.  En la renombrada corte imperial de la Reina de Sheba, el consumo de pistacho era considerado un privilegio raro, exclusivo para la realeza y la elite reinante.

         

   Afortunadamente, los pistachos ya no son exclusivos.  Desde que se produjeron las primeras exportaciones en la década de 1920, ha crecido rápidamente su popularidad y acceso, considerándose en muchos países uno de los cultivos más apremiados.  Su cultivo se ha expandido desde el medio oriente, y particularmente desde tierras persas, a muchas partes del mundo.

   Por las condiciones climáticas favorables para su producción, semejantes a las de Chile, California se ha convertido en el segundo productor más grande de pistachos en el mundo.  Las primeras pruebas experimentales en ese estado se hicieron en 1930, pero demoró varios años en conocerse la planta y sus características antes de que fuera difundida la noticia del nuevo cultivo.  Las plantaciones se extendieron significativamente en la década de 1960, llevando a una industria de gran magnitud que produce más de 70 millones kilos de pistachos anualmente en las 60 mil hectáreas plantadas

       

     

   En la actualidad, existen plantadas pequeñas superficies en Chile, que silenciosamente buscan beneficiarse de este mercado atractivo.  Sin embargo, la gran mayoría de estos huertos se caracterizan por el uso de plantas de calidad impredecible, de inadecuada compatibilidad a las condiciones locales chilenas, y por la falta de un apoyo técnico vanguardista.